sábado, 10 de diciembre de 2011

2 de abril. Juanón Lucero.

 Después de un Domingo bravo que se volo con el viento, 

llego el maestro a la escuela, cansado y con mucho sueño, 
como se pasan los días que ya casi lo siento, 
se deflecan la semana y otra mas sin remiendo. 
Suena el timbre y más de cuatro le corren carrera al tiempo, 
por que aquel que llega tarde es media falta de arresto, 
y sera una falta entera al que se quedo durmiendo, 
el estudio es necesario hasta pa´ser barrendero, 
y hay que cuerpear a la entrada, por que si no-porque sino se pone feo. 
Forman filas, y la bandera se confunde con el cielo, 
y le cantan por ser criolla el alumnado completo 
un canto de patriotismo cunde adentro del pecho, 
después, después silencio profundo, como señal de respeto, 
saludos a los profesores y derechito p'adentro, 
Alza el tono profesor y a la vez se pone serio, 
_Hoy es Lunes 3 de Abril, tenían un deber, ¿lo han hecho?,
A ver, Marcelo Gutierrez pasa acá al frente y leélo.
Se pone de pie el muchacho y empieza a leer como con miedo, 
"_El 2 de Abril, el 2 de Abril en mi patria se vuelve rojo misterio 
y se mancha el almanaque por que es un día muy nuestro, 
con la sangre de esos hombres que con honor defendieron 
el suelo de aquellas islas que según dicen en nuestro, 
le pido a Dios poderoso que cuiden a los que murieron 
y grito ¡viva la patria! como un homenaje a ellos"
El profesor lo felicita y se sienta el chico contento, 
uno a uno de la clase su homenaje va leyendo, 
y el profesor evalúa como midiendo el talento. 
_A ver, a ver, Gustavo Maciel, mostranos que lo que has hecho. 
Se queda callado el muchacho, hijo de padres tamberos, 
y responde a la insistencia: _Yo no hice nada maestro. 
Hay un silencio de tumba en la sala. 
_Pero Maciel, pero Maciel, ¿qué me ha hecho?, 
si no hizo los deberes es una falta de respeto, 
yo soy nuevo en esta escuela y voy cuidar mi puesto 
y a nadie voy a permitir que me anden tomando el pelo. 
Se larga a llorar Maciel con la cara entre los dedos, 
suena el timbre y los demás se van a jugar al recreo. 
Cae un 1 a la libreta que le duele hasta el mismo maestro, 
que al verlo llorar se acerca a ofrecerle consuelo. 
_¿Por qué no hiciste el deber, por qué no hiciste el deber?, 
contestáme, séme sincero. 
Y responde el muchacho entre sollozo y lamento, 
_Allá en la isla señor, allá en la isla señor yo tengo un hermano muerto, 
se fue a defender la patria y todavía lo espero...
El profesor lo miraba boquiabierto 
y solo atino a decir "¿por qué no me lo dijeron? ¿por qué no me lo dijeron?", 
Caminó hasta al lado del niño, le dio un abrazo y beso, 
se volvió p'al escritorio y borró el 1 que había puesto. 
Y al retirarse se oía ... "¿por qué no me lo dijeron?, ¿por qué no me lo dijeron?"
La bandera, la bandera a media asta eternamente de duelo, 
busca una explicación por sus hijos que no han vuelto, 
yo sé bien que no es justo que a uno le roben el suelo, 
pero tampoco es justo hacerse matar por ello. 
No olviden que el fin no justifica los medios. 
Vayan estos versos sencillos a los chicos que murieron, 
inocentes criaturas como el Maciel de mi pueblo, 
porque el 2 de Abril en mi patria se vuelve rojo misterio 
y se mancha el almanaque porque es un día muy nuestro, 
con la sangre de esos hombres que con honor defendieron 
el suelo de aquellas islas que según dicen es nuestro, 
le pido a Dios poderoso que cuiden a los que murieron 
y grito ¡viva la patria, viva la patria! 
en homenaje a las criaturas que por Malvinas su vida dieron. 

jueves, 3 de febrero de 2011

Por un par de botas. (Argentino Luna).

Sentao` en su despacho el comisario
estaba hojeando expedientes
cuando el cabo se presentó trayendo al detenido.
Un mozo de 30 años, a lo sumo.
Vestía bombacha gris y corralera.
Pilchas que a juzgar por la vejez
daban prueba de la miseria de su dueño.

_Me lo entregó el sargento, comisario.
Este es el que anteayer robó unas botas
del boliche Los Bajos_
_¿Unas botas? Ladrón barato._

_¿Cómo te llamás vos?_
_Horencio Nievas_
_¿Y de ande sos?_
_De acá mesmo, señor_
_¿Trabajás?_
_No, señor. No hallo trabajo.
Estuve conchabao` pa la cosecha 
en la chacra e` los Varcala,
pero en cuánto terminó la juntada enáhi,
me echaron.
Ahora hago algunas changas
y ansí vivo..._

_¿Y a qué le llamás changas?
¿A andar robando?_
El paisano bajó la vista al suelo.
_¿Ande tenés las botas?_
_En el rancho_
_Cabo, mande buscarlas,
y páselo no más al calabozo
que ya vamos a ver cuánto le damos_

Salió el cabo llevando al detenido
y el comisario se quedó pensando.
Un par de botas...
Ni pa robar sirven éstos paisanos vagos.

No habían pasao` dos horas
que un milico se le cuadró en la puerta.
_Con licencia. Acá tiene las botas, comisario.
Me las dió la mujer del detenido.
Las tenía puestas el hijo.
Un chiquilín de unos siete años_
_Ajá. Con que esas son las botas.
Son muy chicas pa ensuciarse las manos.
¿Y qué decía la mujer?_
_Y, nada. Lloraba como una madalena, comisario.
Y cuando m`iba dir, me dió esta carta
pa que se la entregara a usté en sus propias manos.

_A ver, déame.
Mujeres que defienden los maridos.
Nada más natural.
Pero lo malo, es que siempre los hallan angelitos
aunque les hagan sombra al mesmo diablo._

Pero esa carta era distinta a todas.
Escrita en un papel de estrassa
mugriento y arrugao`
las palabras eran una hilera torpe de garabatos
que había estampáo` la gracia y la inocencia
de aquella criatura de 7 años,
ajeno por completo a la desgracia
que la miseria echó sobre su rancho.

El ceño del comisario se fruncía
al tiempo que la iba descifrando
y al acabar de leer casi temblaba
la hoja de papel entre sus manos.

_¡Agente!_
_Mande, mi comisario._
_Vaya y devuelva a la mujer de Nievas
esas botas que ha tráido.
Dígale que fué un error.
Que nos disculpe.
Después va y le pregunta al bolichero
cuánto cuestan las botas,
se las paga y que se olvide el caso._

_Espere, espere. No se vaya.
A Horencio Nievas
ya mesmo me lo larga.
Y que no deje de llegarse hasta acá
mañana mesmo.
Puede que le haiga encontrao` algún trabajo._

Se retiró el milico tras la orden
y el comisario se acomodó en la silla
y al par que liaba un poco de tabaco
repasó aquella carta que aún temblaba
como un pajarito hondeao` entre sus manos.

"Señores Reyes Magos:
yo les pido que se acuerden este año
de traerme las botitas.
Yo soy bueno.
Y a sigún me han contao los otros chicos
si uno se porta bien todito el año,
ustedes siempre dejan un rigalo."

Al apartar la mirada de la hoja
sintió como una brasa dentro el pecho
y echó afuera la rabia, murmurando
_Mientras que la miseria
haga ladrones de esta laya
yo nunca serviré pa comisario._